JORGE LUIS BORGES
ELSA
Noches de largo insomnio y de castigo
que anhelaban el alba y la temían,
días de aquel ayer que repetían
otro inútil ayer. Hoy los bendigo.
¿Cómo iba a presentir en esos años
de soledad de amor que las atroces
fábulas de la fiebre y las feroces
auroras no eran más que los peldaños
torpes y las herrantes galerias
que me conducirían a la pura
cumbre de azul que en el azul perdura
de esa tarde de un día y de mis días?
Elsa, en mi mano está tu mano. Vemos
en el aire la nieve y la queremos.
Cambridge,
1967
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