JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI
MINUTO DEL ENCUENTRO
Un minuto fugaz. Una mirada.
Una frase cambiada a la sordina.
Otra frase vulgar. Y una ignorada
turbación para mi alma peregrina.
Cuando tuve en mi mano la enguantada
manita tuya, virginal y fina,
hallé una complacencia enamorada
en la paz de la hora tardecina.
En un arrobamiento, mi alma inquieta
cautiva se sintió de tu silueta
cuando rítmicamente te alejaste.
Y, avaro de tu huella fugitiva,
gocé la extraña posesión furtiva
del jirón de perfume que dejaste.
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