PABLO
NERUDA
ODA A LA CASCADA
De pronto, un día
me levanté temprano
y te di una cascada.
De todo
lo que existe
sobre la tierra,
piedras,
edificios,
claveles,
de todo
lo que vuela en el aire,
nubes,
pájaros,
de todo
lo que existe
bajo la tierra,
minerales,
muertos,
no hay nada tan fugitivo,
nada que cante
como una cascada.
Ahí la tienes:
Ahí la tienes:
ruge
como leana blanca,
brilla
como la flor de fósforo,
sueña
con cada uno de tus sueños,
canta
en mi canto
dándome
pasajera platería.
Pero
trabaja y mueve
la rueda
de un molino
y no sólo
es herido crisantemo,
sino realizadora
de la harina,
madre del pan que comes
cada día.
Nunca
Nunca
te pesará lo que te ha dado
porque siempre
fue tuyo
lo que te di,
la flor o la madera,
la palabra o el muro
que sostienen
todo el amor errante que reposa
ardiendo en nuestros manos,
pero de cuanto
te di,
te doy,
te entrego,
será esta
secreta
voz
del agua
la que un día
dirá en su idioma cuanto
tú y yo callamos,
contará nuestros besos
a la tierra,
a la harina,
seguirá
moliendo
trigo,
noche,
silencio,
palabras,
cuentos,
canto.
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