Τρίτη 20 Αυγούστου 2024

ΛΟΡΚΑ

 


FEDERICO GARCÍA LORCA

 

El MADRIGAL TRISTE DE LOS OJOS AZULES

 

El madrigal que yo hiciera a tus ojos

Tendría la humildad y el sentimiento

Que tienen los rebaños en las tardes

Dormidas y nublosas del invierno.

La castidad ignoraba de las aguas,

El perfume del trigo bajo el cielo

Profundo de las noches de verano,

La ingenuidad pagana del incienso

Y el olor de una lluvia muy lejana

Que llega enmarañado con el viento.

 

Eres tan niña que mis amarguras

Las oyes distraída y sonriyendo

Con la boca entreabierta y la mirada

Escondida en tu proprio pensamiento,

Como si mi pasión llena de noche

Fuera plata clarísima de espejo,

Como si mi relato turbio y hondo

Fuera tomado de algún viejo cuento.

Tus ojos, miniaturas de los lagos,

Miran como sumidos en un sueño,

Rayos de luna son a mi penumbra,

Cadenas a mis brazos y a mi acento.

Cada destello azul de tus pupilas

Abre un pozo de amor sobre mi pecho.

Mas no puedo beber del agua santa

Aunque me abrasa el sol de los deseos.

Te ríes de mi canto gentilmente

Aspirando las rosas de tus senos,

Sin pensar en el ritmo de mi canto

Que tiene la humildad y el sentimiento

De los rebaños en atardeceres

Dormidos y nublosos del invierno.

Tienes el alma intacta, adormecida,

Y por eso tus ojos están muertos.

Desconoces el beso y la inquietud.

No has derramado espíritu por ellos.

Cuando sepas de amor comprederás

La tristeza divina que ahora tengo,

Tristeza de claveles andaluces,

De olivo añoso y de bordón sangriento

Que llora la esquivez de tu mirada.

Ojos azules que os abrís tan lejos,

Llenos de nieve y de azucenas mustias,

De los míos pasionales negros,

Que saben de saetas y de noches

Junto al mar bajo los limoneros.  

Quebraré mi pasión contra una estrella.

Ante ti he de guardar hondo silencio,

Murmurando mi madrigal doliente

Como un monje que reza en el convento.

Y he de rezar así hasta que tenga

Paz en el alma, nieve en los cabellos.

Pero mi amor por ti, mujer lejana,

Dará su rosa eterna con el tiempo.

Cantará mi paloma mientras tanto.

La raíz del ciprés quiebre mis huesos,

Mi madrigal no lo sabréis nunca,

Ojos azules que mirar no quiero,

Pero que sin mirarlos dan la muerte

Con el puñal azul de su recuerdo.

Os cerrará una mano sin saber

Mi tristeza de corazón enfermo.

Por eso el madrigal que yo os hiciera

Tendría la humildad y el sentimiento

Que tienen los rebaños en las tardes

Dormidas y nublosas del invierno.


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