PEDRO SHIMOSE
LA PIEDRA Y LOS ESPEJOS
Este es el país de los espejos.
Desde la cordillera veo sus horizontes líquidos,
veo cómo la noria del tiempo carga y descarga la lluvia y los granizos.
(Se derrama en la noche tu silencio, aroma de infinito).
Piedra azul inmensa en los espejos, el hombre te llevó por sus caminos
a lomo de vicuñas y en alas de cóndores.
¡Ah, por fin, el agua de la aurora prometida!
Pequeño y dulce mar donde el hombre de los ojos lánguidos contempla
su abandono.
Te hundes en la espiral del tiempo, piedra de sol y luna,
pero nada puede rescatarte del fondo de las aguas.
Desde el rencor y el cierzo veo tus cristales congelados.
Salido de mi cuerpo al contemplarte, desciendo a los espejos
con los hombres que no saben lo que quieren,
con los hombres que no saben si te amas o te odias
soltándote en carrera de guanacos,
¡ay, los cristales de la nieve!
Ojos de llamas en la piedra,
balsera en los espejos de la tarde,
¡ay, los cristales de la lluvia!
¡Oh poesía de caminar sobre la nieve, de navegar tus lagos
y cosechar las rosas del crepúsculo!
A la oración me elevo hasta las nubes, sobrevuelo el totoral
vencido por el sueño y regreso a combatir contra las fuerzas
oscuras de la vida,
sufriendo entre las piedras mi ignorancia, mientras la luna desentierra
los fuegos de la noche.
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