DAISY ZAMORA
A Una Dama Que Lamenta La
Dureza De Mis Versos
Sucede que cuando salgo, lo primero que veo
es un vagabundo que hurga en la basura.
A veces, una loca sombrea su miseria
frente a mi casa. Y el vacío de sus ojo
insomnes
entenebrece la luz de la mañana.
Esquinas y semáforos invadidos por gentes
que venden cualquier cosa . . . enjambres de niños
se precipitan a limpiar automóviles
a cambio de un peso, un insulto, un golpe.
Adolescentes ofertan el único bien: sus
cuerpos.
Mendigos, limosneros, drogadictos: la ciudad entera
es una mano famélica y suplicante.
Usted vive un mundo hermoso: frondosas arboledas,
canchas de tennis, piscinas donde retozan
bellos adolescentes. Por las tardes
niñeras uniformadas pasean en cochecitos
a rubios serafines.
Su marido es funcionario importante.
Usted y su familia vacacional en Nueva York o París
y en este país están sólo de paso.
Lamenta mis visiones ásperas. Las quisiera suaves,
gratas como los pasteles y bombones que usted come.
Siento
no complacerla. Aquí, comemos piedras.
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