ANA EMILIA LAHITTE
AUTORRETRATO
Me miro en el espejo.
Una mujer avanza
desnuda,
sin heridas aparentes.
Es una hembra espléndida
en épocas de celo,
tal vez.
Pero ya muerta.
En carne y sombra altiva
despoja sus silencios.
En silencio,
un idioma de albatros
la sustenta.
Se yergue luego
intacta,
con dignidad de hiedra.
Y aferrada a sus muros
de lumbre y soledades,
espera.
*
LOS DIOSES CALLAN TODAVÍA
Prefiero
ser un número en la noche
y no una estrella entre mis huesos.
Celebro
haberme nombrado
antes de que mi nombre pronunciara
silencios.
Tengo la certeza
–un resplandor, una herida–
de ser lo que aún ignoro
y ya sabe mi muerte.
Vivo el temor
de que la soledad no esté desnuda
y exista el tiempo más allá de la hierba.
Los dioses callan
todavía.
*
CETRERÍA
Liebre, venado, faisán.
No me atrae la caza,
ni me gusta alinear la carne roja
en bandejas de plata.
Pero el halcón
acaba de traerme tus ojos
Amo la cetrería.
Mañana
ha de traerme tu mirada.
*
APRENDIZAJES
Comienzo
a perder instantes.
A perderme.
Una décima de segundo.
Un milésimo de silencio.
Nada me despoja.
Todo me desnuda.
Es lo infinito que regresa.
Aprendo
a habitar el esplendor
de la sombra.
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