JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI
ELOGIO DE LA CELDA ASCÉTICA
Piadosa celda, guardas aromas de breviario,
tienes la misteriosa pureza de la cal,
y habita en ti el recuerdo de un Gran Solitario
que se purificara del pecado mortal.
Sobre la mesa rústica duerme un devocionario
y dice evocaciones la estampa de un misal:
San Antonio de Padua, exangüe y visionario
tiene en místico ensueño del Cordero Pascual.
Cristo Crucificado llora ingratos desvíos.
Mira la calavera con sus ojos vacíos
que fingen en las noches una inquietante luz.
Y, en el amor del campo y de las oraciones,
habla a la melancólica paz de los corazones
la soledad sonora de San Juan de la Cruz.
Piadosa celda, guardas aromas de breviario,
tienes la misteriosa pureza de la cal,
y habita en ti el recuerdo de un Gran Solitario
que se purificara del pecado mortal.
Sobre la mesa rústica duerme un devocionario
y dice evocaciones la estampa de un misal:
San Antonio de Padua, exangüe y visionario
tiene en místico ensueño del Cordero Pascual.
Cristo Crucificado llora ingratos desvíos.
Mira la calavera con sus ojos vacíos
que fingen en las noches una inquietante luz.
Y, en el amor del campo y de las oraciones,
habla a la melancólica paz de los corazones
la soledad sonora de San Juan de la Cruz.
Δεν υπάρχουν σχόλια:
Δημοσίευση σχολίου