JAIME SÁENZ
PRIMER RECUERDO
Con hermosa expresión de antigüedad, muy remota y triste,con lacio cabello negro, que peinaba con moño,
y con grandes ojos negros,
emerge de entre las sombras y se me aparece, suave como la lluvia.
Está sentada allá, ante una mesa oscura, perdida en la penumbra, en un rincón del cuarto.
Y parece contemplar sus signos y sus costuras, sus tejidos y sus labores,
buscando quizá un sol ilusorio, que le gustaría recibir en la espalda.
Y me mira, y me dice que el sol es muy hermoso, y que yo no debería ser enemigo del sol,
pues esto le causa tristeza, y no menos preocupación.
Por eso va a la botica, subiendo la calle Colón, un poco más abajo del Estanco,
y con el doctor Trujillo, manda preparar jarabe yodotánico, que yo tomo de golpe.
Y ahora que es mi cumpleaños, y me peina con esmero y me lleva a misa, y me hace bendecir
-y con aire de misterio, me invita un picante.
Le gusta la chalona y la acelga, y la oca, y también el yuyo;
y le gusta moler toda clase de verduras, para el caldo y para mí.
Está sentada allá, en un rincón del cuarto.
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