FRANCISCO
VILLAESPESA
EN
LA PENUMBRA
¡La
hora confidencial!… Entre banales
palabras,
toda entera, te respiro
como
un perfume, y en tus ojos miro
desnudarse
tu espíritu. ..Hay fatales
silencios…
Se oscurecen los cristales;
y se
esfuma la luz en un suspiro,
temblando
sobre el pálido zafiro
que
azula entre tus manos imperiales.
Las
tinieblas palpitan… Andan miedos
descalzos
por las sedas de la alfombra,
mientras
que, presintiendo tus hechizos,
naufraga
la blancura de mis dedos
en
la profunda y ondulante sombra
del
mar tempestuoso de tus rizos.
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