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JORGE KENTROTIS
ANTÍGONA
Es bién sabido: Antígona ocupa un lugar central en la dramaturgia universal: un gran número de autores han experimentado con su figura. Sófocles, su padre intelectual, elige esta figura femenina como heroína, para poner un dedo en un tema eternamente existente y actual: la discrepancia entre el orden cívico y el divino. Su opción es una excepción en la época en que los hombres son los grandes sujetos de la historia mundial: reyes, generales, seres con un nombre particular, único, distinto.
Hay el conflicto eterno entre moralidad y divinidad. ¿Qué pesa más: el respeto a la ley creada oficialmente por los hombres o a las normas eternas y pronunciadas por los dioses? Antígona defiende aquellas leyes que, aunque no están escritas, se mantienen válidos y preponderantes desde tiempos remotos. Para ella, honrar a los dioses debe estar por encima de todo: la elección esencial es el camino del amor, del amor poliónimo. Las deidades desean de verdad el camino del amor. Para Creonte, como hombre de Estado o como un ser entretejido en la red de autoridades, poderes y dominios, las cosas son de otra naturaleza y manera: por encima de todo están la jerarquía, la responsabilidad y la obligación política y el orden de la ciudad: eso es armonía, es disciplina, significa paz politica y social. Optar la ley del Estado es comprender, seguir y vigilar la fuerza terrestre y los deseos y los intereses de la humanidad.
Este es un asunto que se funda en el carácter disyuntivo del espíritu occidental, que es antitético, adversativo y contrapuesto, pero no contradictorio. Con ojos modernos, podemos encontrar el resultado como una elección disyuntiva entre una síntesis hegeliana (una Aufhebung) y una superación nietzscheana (una Überwindung).
Sófocles expone simplemente ambas posibilidades disyuntivas; no admite posibles soluciones, pero insinúe versiones o variantes del azar, del destino humano. Aparte de eso y través de un tema más antiguo quiere proyectar la personalidad de Antígona, para señalar la cuestión del estatus de la mujer en la sociedad griega y en el estado democrático de su tiempo. La mujer estaba completamente al margen de los asuntos politicos. Las mujeres no eran consideradas como ciudadanas. La protagonista de Sófocles quebranta y viola el orden social en pro del cumplimiento ético y moral y es ahora sujeto activo de la Historia.
Pero Sófocles conduce a sus personajes a una suerte fracasada y un destino infeliz y desdichado, fatal al final. La preocupación por el destino y quién controla la voluntad del mismo están omnipotentes en Antígona. Esta es una de las partes de mayor valor que tiene la obra para mi, el hecho de poner a discusión en su época y en cualquiera, lo que puede sobrevenir si perdemos nuestra perspectiva humana.
La historia de Antígona se centra en el papel del gobernante en una ciudad, ofreciendo un ejemplo para todos de las malas cualidades que un rey no debe tener, a fin de no ser castigados terriblemente como Creonte lo fue al final. Además, los dioses siempre deben ser respetados por todos.
Es claro que esta obra también podrá usarse en diferentes coyunturas de la historia humana y seguir vigente. Hoy, podríamos hablar de disidencia, de desobediencia civil, de autoritarismo y de fascismo, de religiosidad, y de otros tantos temas e indudablemente Antígona funciona plenamente para llevarnos a la reflexión profunda. Para mi Antígona es una reflexión profunda, casi abismal del ser y su contra posición con el deber ser. Alma y mente tienen una batalla interminable en los campos de la ontología y de la deontología. Todas las victorias como soluciones son soportables y aceptables. Esto significa que el problema es insoluble.
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