GASTÓN BAQUERO
IFIGENIA EN ÁULIDE
El viento, siempre el viento detenido
mas lejos que las naves presurosas;
todo el clamor se rinde perseguido
por implacables voces tenebrosas.
La sangre como un mar, como un gemido
comienza a incorporarse rumorosa;
la playa se traspasa a cielo conmovido
que albergara a una tropa silenciosa.
Y el cuerpo de Ifigenia entra la blanca
señal de aquella muerte que es más breve,
ya comienza a ascender, ya se levanta
sobre el prado sonoro de su nieve:
el viento, el viento eterno libertado canta
desatando en la corza el paso leve.
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