SUSANA
SOCA
ALEGRÍA
La
lámina segura del sueño que se quiebra
ha partido la noche como un fruto redondo.
En mitad de lo oscuro al extremo del ansia
hubo una sombra, blando reverso de esplendores,
memoria de una noche de Epifanía.
Despertar en el túnel del más largo temblor
aguardando los climas devastados e iguales
luego el golpe el asombro la inmersión el relámpago,
a todo lo entrevisto extiendo abrazos nuevos
entran de nuevo en mí las caras y las cosas
por el amor de la mirada mía
alguna vez reunidas.
Sonrío a las imágenes y he de volver con júbilo
a unir aquello que estaba separado,
tierras sin agua ya bruscamente florecen
para entrar en mis ojos algún remoto viento
acercará los cinco extendidos jardines.
La luna de mis álamos su esbeltez me devuelve
grabados que no olvido, inmóviles ciudades
y en las ciudades, altas las ya quemadas torres.
Hacia mi boca ausente el olor de la tierra
y del lejano mar han de volver despacio.
Conmigo el mar disperso, atraviesan sus olas
las formas que algún día me fueron favorables.
Mi sombra se aligera del peso de mi cuerpo
aunque fui quebrantada por aquello que amaba,
los dones de ansiedad fueron los vanos dones
e intactos sin servir giraron sobre sí.
Jadeante, esplendorosa, la marea del amor
no me ahoga y regresa a través del espanto
a sumergirme entera en la alegría;
acaso las tinieblas un instante entreabiertas
me dejaron pasar; ahí donde se toca
el cristal con el agua nacen arpas y fuentes.
Basta un hilo del agua, un hilo de la música
para seguirte en una noche desconocida.
Tú, mal buscado, tú que siempre busco,
en otro tiempo yo repetía
si tú no vienes con nadie iré.
Supe que despertaba en desiertos privados
de voz y extrañamente regocijada al fin,
feliz de nunca estar en nada,
siento ahora que ves como la propia sombra
partida del destino de mi cuerpo inclinado
sobre lo inmóvil salta y sin esfuerzo baila.
ha partido la noche como un fruto redondo.
En mitad de lo oscuro al extremo del ansia
hubo una sombra, blando reverso de esplendores,
memoria de una noche de Epifanía.
Despertar en el túnel del más largo temblor
aguardando los climas devastados e iguales
luego el golpe el asombro la inmersión el relámpago,
a todo lo entrevisto extiendo abrazos nuevos
entran de nuevo en mí las caras y las cosas
por el amor de la mirada mía
alguna vez reunidas.
Sonrío a las imágenes y he de volver con júbilo
a unir aquello que estaba separado,
tierras sin agua ya bruscamente florecen
para entrar en mis ojos algún remoto viento
acercará los cinco extendidos jardines.
La luna de mis álamos su esbeltez me devuelve
grabados que no olvido, inmóviles ciudades
y en las ciudades, altas las ya quemadas torres.
Hacia mi boca ausente el olor de la tierra
y del lejano mar han de volver despacio.
Conmigo el mar disperso, atraviesan sus olas
las formas que algún día me fueron favorables.
Mi sombra se aligera del peso de mi cuerpo
aunque fui quebrantada por aquello que amaba,
los dones de ansiedad fueron los vanos dones
e intactos sin servir giraron sobre sí.
Jadeante, esplendorosa, la marea del amor
no me ahoga y regresa a través del espanto
a sumergirme entera en la alegría;
acaso las tinieblas un instante entreabiertas
me dejaron pasar; ahí donde se toca
el cristal con el agua nacen arpas y fuentes.
Basta un hilo del agua, un hilo de la música
para seguirte en una noche desconocida.
Tú, mal buscado, tú que siempre busco,
en otro tiempo yo repetía
si tú no vienes con nadie iré.
Supe que despertaba en desiertos privados
de voz y extrañamente regocijada al fin,
feliz de nunca estar en nada,
siento ahora que ves como la propia sombra
partida del destino de mi cuerpo inclinado
sobre lo inmóvil salta y sin esfuerzo baila.
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