DÁMASO
ALONSO
ORACIÓN
POR LA BELLEZA DE UNA MUCHACHA
Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;
esos bultos de nieve, que bullía
al soliviar del lino la tersura
y, prodigios de exacta arquitectura,
dos columnas que cantan tu armonía.
¡Ay, tú, Señor, le diste esa ladera
que en un álabe dulce se derrama
miel secreta en el humo entredorado!
¿A qué tu poderosa mano espera?
Mortal belleza eternidad reclama
¡Dale la eternidad que le has negado!
Tú le diste esa ardiente simetría
de los labios, con brasa de tu hondura,
y en dos enormes cauces de negrura,
simas de infinitud, luz de tu día;
esos bultos de nieve, que bullía
al soliviar del lino la tersura
y, prodigios de exacta arquitectura,
dos columnas que cantan tu armonía.
¡Ay, tú, Señor, le diste esa ladera
que en un álabe dulce se derrama
miel secreta en el humo entredorado!
¿A qué tu poderosa mano espera?
Mortal belleza eternidad reclama
¡Dale la eternidad que le has negado!
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