OVIDIO ORTEGA
HALLAZGO
Una mujer dormida en el vado del alba.
Una mujer dormida
en el sector más bajo de los sueños
como un guijarro liso
al fondo del estanque.
Bien parece una muerta. Lo pregonan
la escuadra que postula su rodilla,
los brazos en un gesto de abandono,
el dorso en posición un tanto incómoda,
la ausencia de resuello
por tiempo indefinido.
Alguien se viste a un lado
cuidadosamente, tratando
de no hacer mucho ruido o alterar
el agua del sepulcro que la habita,
su nivel.
La luz va esmerilando los contornos.
Pensar que no estarás cuando ese cuerpo
renuncie a ser un bulto inanimado
y se convierta en el papel volátil
que al curso de las horas encandile
—con un fulgor quizá más necesario
que el sol de los cristales—
los zócalos de casa
donde la transparencia que nos cubre
despliega el manuscrito
de todos sus enigmas.
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