JOSÉ ANTONIO RAMOS SUCRE
EL CANTO ANHELANTE
El castillo surge a la
orilla dei mar. Domina un ancho espacio, a la manera del león posado frente al
desierto ambiguo. Al pie de la muralla tiembla el barco dei pirata con el ritmo
de la ola.
El vuelo brusco y momentáneo de la brisa recuerda el de las aves soñolientas. Sube la luna, pálida y solemne, como la victima al suplicio.
Con la alta hora y el paisaje limpide despierta la nostalgie dei cautivo y se lastima el soldado. Mueve a Iágrimas alguna extraña y ondulante música. La contraria con rudos acentos, con amargura de irritados trenos un cántico ansioso que tiene el impetu recto de la flecha disparada contra un águila.
El vuelo brusco y momentáneo de la brisa recuerda el de las aves soñolientas. Sube la luna, pálida y solemne, como la victima al suplicio.
Con la alta hora y el paisaje limpide despierta la nostalgie dei cautivo y se lastima el soldado. Mueve a Iágrimas alguna extraña y ondulante música. La contraria con rudos acentos, con amargura de irritados trenos un cántico ansioso que tiene el impetu recto de la flecha disparada contra un águila.
Δεν υπάρχουν σχόλια:
Δημοσίευση σχολίου