JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
HORA INMENSA
Sólo turban la paz una campana, un pájaro...
Parece que los dos hablan con el ocaso.
Es de oro el silencio. La tarde es de cristales.
Mece los frescos árboles una pureza errante.
Y, más allá de todo, se sueña un río límpido
que, atropellando perlas, huye hacia lo
infinito...
¡Soledad! ¡Soledad! Todo es claro y callado...
Sólo turban la paz una campana, un pájaro...
El amor vive lejos... sereno, indiferente,
el corazón es libre. Ni está triste, ni alegre.
Lo distraen colores, brisas, cantos, perfumes...
Nada como en un lago de sentimiento inmune...
Sólo turban la paz una campana, un pájaro...
¡Parece que lo eterno se coje con la mano!
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