JOSÉ MARÍA PALLAORO
UNA MADRUGADA HASTA EL
AMANECER
a un departamento
deshabitado cerca del Almafuerte.
Nadie me deseaba, nadie
me esperaba en la oscuridad.
El sol imposible, lejos,
como siempre, en algún rincón
del primer piso.
Me froté los pies
durante algunas horas
intentando no pensar.
Y así, hasta el amanecer,
en que el gallo cantó,
y me fui
de donde nunca estuve.
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