ANTONIO JOSE RIVAS
Como siempre: plegaria y florecida.
Viento lunar en alto campanario.
En la calle el jumento rutinario
Y el medioevo en la casa envejecida.
Para la soledad empedernida.
De la noche sangrada del calvario
Hay un fantasma plenipotenciario
Y un alma en pena. Misa requerida.
Fijo trajín de ritos clericales
Bajo la piedra de los catedrales.
El mismo viejo amor que nos asiste.
Llega la tarde con olor a rosas
Hasta el último azul. Y entre otras cosas
Sabe la gente que eses pueblo es triste.
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