Les disparitions
inexplicables
Les accidents imprévisibles
Les malheurs un peu gros
Les catastrophes de tout ordre
Les cataclysmes qui noient et carbonisent
Le suicide considéré comme un crime
Les dégénérés intraitables
Ceux qui s’entourent la tête d’un tablier de forgeron
Les naïfs de première grandeur
Ceux qui descendent le cercueil de leur mère au fond d’un puits
Les cerveaux incultes
Les cervelles de cuir
Ceux qui hivernent à l’hôpital et que leur linge éclaté enivre encore
La mauve des prisons
L’ortie des prisons
La pariétaire des prisons
Le figuier allaiteur de ruines
Les silencieux incurables
Ceux qui canalisent l’écume du monde souterrain
Les amoureux dans l’extase
Les poètes terrassiers
Les magiciens à l’épi
Règnent température clémente autour des fauves embaumeurs du travail.
Cómo vas a saber lo que es
el amor... si nunca te hiciste hincha de un club.
Cómo vas a saber lo que es el dolor... si jamás un zaguero te azotó la tibia
y el peroné.
Cómo vas a saber lo que es el placer... si nunca ganaste un clásico barrial.
Cómo vas a saber lo que es llorar... si jamás perdiste un clásico sobre
la hora con un penal dudoso.
Cómo vas a saber lo que es el cariño... si nunca acariciaste la redonda
de chanfle.
Cómo vas a saber lo que es la solidaridad... si jamás saliste a dar
la cara por un compañero golpeado desde atrás.
Cómo vas a saber lo que es la poesía... si nunca tiraste una gambeta.
Cómo vas a saber lo que es la humillación... si jamás te hicieron un caño.
Cómo vas a saber lo que es la amistad... si nunca devolviste una pared.
Cómo vas a saber lo que es un orgasmo... si jamás diste una vuelta
olímpica de visitante.
Cómo vas a saber lo que es el pánico... si nunca te sorprendieron mal
parado en un contragolpe.
Cómo vas a saber lo que es morir un poco... si jamás fuiste a buscar
la pelota adentro del arco.
Cómo vas a saber lo que es la izquierda... si nunca jugaste en equipo.
Cómo vas a saber lo que es la xenofobia... si en ninguna cancha te
gritaron "negro de mierda".
Cómo vas a saber lo que es la soledad... si jamás te paraste bajo los
tres palos a doce pasos de un rival.
Cómo vas a saber lo que es el barro... si nunca te tiraste a los pies
de nadie para mandar la pelota sobre un lateral.
Cómo vas a saber lo que es el egoísmo... si nunca hiciste una de más
cuando tenías que dársela al nueve que estaba mejor
ubicado.
Cómo vas a saber lo que es el arte... si nunca inventaste una rabona.
Cómo vas a saber lo que es la música... si jamás cantaste haciendo
equilibrio sobre un para-avalancha.
Cómo vas a saber lo que es el suburbio... si nunca te paraste de wing.
Cómo vas a saber lo que es la injusticia... si nunca te sacó tarjeta roja
un referí localista.
Cómo vas a saber lo que es el insomnio... si jamás te fuiste al descenso.
Cómo vas a saber lo que es el odio... si nunca hiciste un gol en contra.
Cómo vas a saber lo que es la vida, hijo mío... si nunca, jamás, jugaste
Por ti me he vuelto extravagante
como un diablo extranjero.
Miro tus ojos y veo florestas oscuras con algo de amarillo.
Senos infantiles pero de inmensos vértices;
pies diminutos y perfectos.
Entre tus piernas una pequeña Diosa China desnuda.
Cuán clamoroso el brote de bambú,
el marfil rosado,
con que la deidad se corona
como atributo divino.
Me fascina tu pelo negro
sobre la convulsión marrón de los tapices.
Pero Grandes Oídos captan el roce de los dedos
antes de que éstos lleguen a tocar la piel.
Te miro en público y mi corrección se altera.
Sé demasiado bien que múltiples ojos lo registran,
mientras las verdes aguas de la vergüenza
amenazan tragarnos.
No comprendo por qué,
a causa de mi condición femenina,
y de tu Origen Celestial,
sería mal visto si dijese
que eres encantadora.
Es schwebt auch dein Haar
überm Meer mit dem goldnen Wacholder. Mit
ihm wird es weiß, dann färb ich es steinblau: die
Farbe der Stadt, wo zuletzt ich geschleift ward gen Süden… Mit
Tauen banden sie mich und knüpften an jedes ein Seigel und
spieen mich an aus nebligen Mäulern und sangen: «O
komm übers Meer!» Ich
aber malt als ein Kahn die Schwingen mir purpurn und
röchelte selbst mir die Brise und stach, eh sie schliefen, in See. Ich
sollte sie rot dir mm färben, die Locken, doch lieb ich sie steinblau: O
Augen der Stadt, wo ich stürzte und südwärts geschleift ward! Mit
dem goldnen Wacholder schwebt auch dein Haar überm Meer.