LUIS FERNANDO CUARTAS ACOSTA
LA PALABRA
La
palabra es el artificio; el punzón sobre la piedra y el buril
sobre la cera. El carbón sobre el muro, el lápiz y el cuaderno:
Artificio sofocante y necesario; ampuloso río desplegado en
libro. Río de cibernéticos códigos en la máquina que condensa
nuestro lenguaje hablado, frío escenario de digitaciones y
cláusulas. La naturaleza subyuga, adormece, exalta, droga
natural que reclama y que convoca. Palabra y naturaleza que
esclavizan pero también liberan. El poeta, hace ese acto, que
nos devuelve a un estado primitivo, donde el arte aún está
inflamado por la hoguera y el ritual del encuentro con la aldea.
Dicho encuentro hace de trance, puente, suicidio, paroxismo,
entre la voz del trueno y el pálido despliegue de los mitos sobre
la deslumbrante religión de los humanos, que funda dioses y
epopeyas.
Pero la palabra no desnuda el cuerpo, ni salva ni nos mata,
más tiene órganos como un cuerpo tejido, trama de historias
enhebradas paso a paso, cuerpo que respira cuando se han dicho
las desdichas y las dichas de los seres humanos que habitan esta
Babel que a cada uno corresponde.
La palabra no es llama que quema, pero duda y escarba como
un garfio, afirma y desvanece, conjura y revienta en mil pedazos
como arena esparcida por el tiempo.
Está en crisis sino comunica, si queda paralizada ante el abismo.
Vuelve con la risa de los niños, con las preguntas flotando en
natación en la matemática del sueño, en el álgebra que despierta
para prolongar los juegos.
Δεν υπάρχουν σχόλια:
Δημοσίευση σχολίου