NELSON MERREN
PAIS NOCTURNO
La noche encerró las casas en una gaveta
pero todavía hay lugar para moverse,
salir sin cuidarse mucho de la ropa
y llegar a los acantilados al final de las calles.
Ahí el silencio es como una respiración polvorienta
bajo el aire que tira golpes de sombra.
Todos se quedan en sus casas
y para alumbrarse usan un huevo frito
que a veces los ayuda a llegar hasta la puerta.
Yo salgo a la calle entre esas ventanas mortecinas
y huelo las flores que solo se abren de noche,
blancas y terribles con pétalos como gritos
y ojos celosos que me azotan las manos y la cara.
Puertas adentro, todos hacen gárgaras de harina
pues creen que eso tonifica
y una porción divina que requiere cuidados
y que tiene un sublime contorno de artefacto volante.
Nadie quiere ver los majestuosos acantilados
a los extremos de los calles.
Me dejan la noche para mi solo
¡y esas flores que esperan extrañamente
extendiendo sus flagelos!
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