ΣΥΝΕΝΤΕΥΞΗ ΤΟΥ ΣΕΣΑΡ ΚΑΝΤΟΝΙ
El hombre quieto y la conciencia poética viajera
Cesar Cantoni, uno de los
más sólidos referentes de la poesía platense. Admirado y respetado por
intelectuales de gran nivel. Una obra tranquila, traducida a varios
idiomas e incorporada a las principales antologías
Por MARCELO ORTALE
Vive hoy en la casa donde nació en febrero de 1951, más allá del Policlínico, por Villa Elvira. Sigue en la misma casa que mandaron hacer su padre Emilio César –dueño durante años de la única curtiembre que hubo en La Plata- y su madre, Elvira Rivero,
nacida en Cuba pero criada luego en Galicia. Está construida sobre un
lote de 15 de frente por 10 de fondo, con dos habitaciones, un comedor,
una cocina, un patio y un vestíbulo “porque antes al hall lo llamábamos
vestíbulo”, dice el poeta platense César Cantoni.
Una casa a la que luego se le sumó un garaje y a la que con el tiempo
le llegó el pausado aluvión de más de tres mil libros que hoy se
distribuyen como pueden en todas las dependencias.
Cantoni es el hombre quieto. El mismo se
califica de sedentario. “Me cuesta movilizarme. Mi padre era muy
andariego hasta que se casó. Lo más lejos que llegué una vez fue a Río
de Janeiro y recorrí bastante el país. Pero me gusta viajar con la
literatura”. La investigadora y también poeta Sandra Cornejo escribió
alguna vez sobre Cantoni y su sedentarismo sólo físico: “Se refugia de
vez en cuando en Irlanda, se hospeda seguido en la vasta Norteamérica,
discute sobre las posibilidades líricas con algún crítico alemán, acoge a
casi todo poeta del Este europeo y se mira en España, en lo más puro de
la lengua madre”.
Tiene razón la escritora. La conciencia
poética de Cantoni es viajera, transhumante. Es él que permanece en el
mismo lugar, sin importar si su “imagen” tiene o no llegada. Cantoni se
dedica a lo esencial, que para él es leer y escribir. Sin embargo, el
hombre quieto tiene muchos de sus poemas ya traducidos al inglés,
francés, italiano, portugués, catalán, griego y ruso, además de figurar
en más de veinte antologías poéticas, entre ellas la Antología de la Nueva Poesía
Argentina, 1980;Poesía entre Dos Épocas (Argentina 1976-1983 /
Inglaterra 1930-1939), 1985;Años de Ceniza y Escombros (Nueva Poesía de
los Años ’80), 1988; 70 Poetas Argentinos
(1970-1994), l994; Poetas Argentinos Contemporáneos, Tomo VI 1997;
Entre la Utopía y el Compromiso. 16 Poetas Argentinos, 1997; Poesía
hacia el Nuevo Milenio. Antología de Poetas Argentinos, 1999. Todo vino
sólo hacia él, como imantado por su sola voz.
Hombre inclasificable este intelectual que
aparece como negado para todo lo que no sea literatura. Sin embargo, fue
un jugador de fútbol totalmente fanatizado por el deporte. Hincha de
Estudiantes, siguió al Tricampeón por todas las canchas y él mismo
jugaba al fútbol con habilidad: “le pegaba con las dos piernas y era un
volante de ida y vuelta, demasiado pegador. Increíblemente me probé dos o
tres veces en Gimnasia, a pesar de ser pincha. Era habilidoso, pero
demasiado pasional y pegador…y esto creo que me perjudicó”.
Escribió los siguientes libros: Confluencias,
1978; Los días habitados, 1982; Linaje humano, 1984; La experiencia
concreta, 1990; Continuidad de la noche, 1993; Cuaderno de fin de
siglo,1996; Triunfo de lo real, 2001; La salud de los condenados, 2004;
Diario de paso, 2008; El fin ya tuvo lugar (2012). Publicó, además, la
plaqueta Irlanda, 1998, y los cuadernillos Intemperie y otros poemas,
2006, y Latencia: poesía y dictadura, 2013. Ahora está preparando su
próximo libro de poemas que se llama “Un arte invisible” y que será
editado por la editorial citybelense “Libros de la Talita dorada”, que
dirige José María Pallaoro.
Entre otros poetas y escritores, la obra de
Cantoni fue elogiada en diversos ensayos y crìticas por los platenses
Horacio Preler, Horacio Castillo, Rafael Felipe Oteriño, Ana Emilia
Lahitte, Gabriel Báñez, Néstor Mux y otros intelectuales argentinos como
Alfredo Veiravé, Osvaldo Picardo, Rodolfo Alonso, Raúl Gustavo Aguirre,
Edgar Bayley, Antonio Requeni, Rodolfo Modern, Jorge García Sabal, Luis
Benítez, Juan Carlos Moisés, Pablo Anadón, Paulina Vinderman, E.L.
Revol y José Di Marco.
Parece llegada la hora de compartir un poema
de Cantoni. Tomado al azar, en su libro Diario de Paso. Dice así: “Ayer
vino mi madre muerta a visitarme/ Vino vestida de entrecasa, con su
gastado delantal a cuadros,/ que colgaba de un gancho en la cocina/ No
preguntó por nada ni por nadie. Simplemente/ quería saber si todo se
encontraba en orden/ las camas tendidas, los cuartos ventilados/ las
plantas podadas y con agua…/De paso, me recordó que la felicidad no
dura/ que el amor es triste y duele demasiado/ y que al final sólo queda
arreglárselas como se puede./ También me dijo que no comiera dulces/ y,
sobre todo, que me cuidara del invierno,/ que, en invierno, el viento
suele ser traicionero en las esquinas./ Después, cuando la tarde
agonizaba/ salió a la calle, saludó a los vecinos como de costumbre/ y
se fue con su escolta de ángeles indulgentes./ Sí, ayer vino mi madre
muerta a visitarme”.
La charla con Cantoni se va tejiendo entre
dos pocillos de café en el Centro Cultural Malvinas. Se le pregunta por
la muerte y reflexiona varios y muy lentos segundos…La muerte, dice, es
un interrogante…”Es un asunto de fe…que va más allá de lo religioso…Todo
esto que vivimos no puede pasar por nada. El mundo es un lugar bastante
extraño y el hombre un ser misterioso…Yo creo que una de las cosas más
extrañas que existen es la conciencia individual…¿Se apagará del todo
esa conciencia?”
¿Y qué es la vida?...Aquí piensa más tiempo y
sonríe…”Es complicado responder…Digo, no nos queda otra alternativa que
vivirla…No tenemos opciones de elegir otra vida, cada uno tiene la
suya. Unos pueden ser felices, otros menos felices. ¿Si viviría de
nuevo…? Viviría de nuevo, sí, pero la vida debiera tener un sentido…Aquí
me acuerdo de lo que escribió Víctor Frankl: “No importa que la vida no
tenga un sentido, lo importante es el sentido que nosotros podemos
darle”…Y, modestamente, yo podría decir que he encontrado en la poesía
el sentido de la vida”.
Pero la poesía ha perdido hace mucho –y tal
vez, a medida que pasa el tiempo, con mayor intensidad- casi toda su
presencia en la sociedad, como que no existe mediáticamente…Otra vez
medita y contesta: “Es verdad, pero hay una paradoja: no tiene ninguna
resonancia, pero cada vez hay más gente que escribe poesía”.
EL PRIMER POETA
Durante décadas se creyó que el primer poeta
editado en La Plata fue el aristócrata y bohemio Matías Behety, el
enterrado dos veces, cuyo cuerpo apareció intocado muchos años después
de su muerte. Pero Cantoni sostiene desde siempre que hubo uno anterior,
Carlos Fajardo, cuyo dato más sobresaliente es que se mudó a La Plata
en junio de 1882, es decir varios meses antes de la fundación en
noviembre de ese año. “Fajardo era escribano en Chivilcoy y vino traído
por Rocha para que fuera juez de Paz. Fue el primero en todo: el primer
funcionario, el primer escribano, el primer juez y el primer poeta,
porque editó su libro en 1893 en la editorial que tenía la ya instalada
Librería Peuser. Fajardo había peleado a las òrdenes de Mitre en las
batallas de Cepeda y Pavón”, dice.
Creador del exitoso blog “Los poetas no van
al cielo”, Cantoni encuentra en la historia –tanto en la historia
argentina como en la de la literatura- un campo fértil y extremadamente
rico. Durante la charla opinó sobre San Martín Belgrano, Mariano Moreno,
Rosas y otras figuras.
¿Cómo y cuándo empezó a escribir? “Mis
inicios literarios se remontan a la escuela primaria. Entonces escribía
sin un propósito expreso; lo hacía de manera natural, instintiva, como
si se tratara de una función fisiológica más. De ese modo seguí
escribiendo durante algunos años, hasta que, al entrar en la juventud,
descubrí los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, de Pablo
Neruda, y me propuse, remedando su impronta, escribir un libro con la
finalidad de publicarlo. Ese libro se tituló “Las estaciones del amor”
y, afortunadamente, nunca llegó a la imprenta. También admiró de entrada
a tres españoles: Quevedo, Manrique y Antonio Machado.
Se le pide otro poema y elige al azar, del
libro “La salud de los condenados”. El poema se llama “Para saberlo” y
dice así: “Para saberlo, heme aquí,/ poeta de corto aliento/
inexplicablemente vivo, todavía/ sentado como siempre a mi mesa de
trabajo/ escribiendo poemas que no serán leídos/ mientras mi perro lidia
con mis zapatillas/, un caluroso día de enero de un siglo que comienza/
en el país de los golpes militares/ en un planeta devastado por la
estupidez del hombre/ en la desolación atroz de la Vía Láctea”.
Y este otro –“En el día de San Patricio”-
dedicado a la bella Irlanda: “En el día de San Patricio/ mientras bebo
con los hermanos irlandeses/ que habitan este suelo –mujeres y hombres/
convocados por el patrono de la isla/, y brindo en honor de los poetas
caídos/ en las cruzadas de liberación/ empezando por el bravo Padraig
Pearse,/ yo te declaro mi guerra sin cuartel y para siempre,/
Inglaterra”.
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